El amor es atención.
Atendemos aquello que amamos, aunque no siempre amamos aquello que atendemos.
Hay una frase que se repite a menudo en los ámbitos educativos, y es que este niño o aquella niña “ está llamando la atención”, y se dice normalmente como algo negativo. Sin embargo ser vistos es una necesidad básica, vital. Así como cuando cuidas una planta, ves lo que necesita, le pones tierra, la humedad adecuada, el sol que necesita, y cuando se enferma, buscas el remedio más conveniente que va a ayudar a ese ser a que se cure; así las personas reviven cuando sienten que alguien les comprende y les hace sentir que están presentes, que son, que son escuchadas, que importan.
Por lo tanto decir que alguien busca atención como una crítica, es como reprobar a una planta por necesitar agua. Si alguien busca llamar la atención de una forma desmedidamente obvia, probablemente sea un indicador de que en algún aspecto, esta persona no ha sido atendida o no está siendo atendida como ella o él necesitan, y lo que tendríamos que pensar, más bien, es cómo puedo ayudar a esta persona, o qué es lo que el/ella está pidiendo.
Una planta no puede dejar de buscar el sol, como una persona no puede dejar de respirar. Porque para las personas ser vistas es existir, mientras que no ser vistas es olvido y muerte. Por eso somos capaces de todo, por pertenecer, por ser parte de, por ser reconocidas y aceptadas. De esta necesidad básica, mal entendida, surgen todo tipo de lealtades, a otra persona, o a los valores de un grupo humano, sea familia, amigos, entorno… que a veces pueden ser constructivas, y otras, dañinas.
El amor es atención.
Atendemos aquello que amamos,
aunque no siempre, amamos,
aquello que atendemos.