Cuando no puedas ver la bendición y se produzca un ocaso en tu conciencia.
Cuando los monos de la mente enloquezcan y ataquen con palos las sonrisas que sembraste.
Vuélvete y desnuda tu herida.
Desaloja el infierno de tus días,
remueve las espinas infectadas que trastornan la visión de la ternura.
Desparasita la decepción que cuenta los minutos insalvables y agradece por el aire que respiras. Estás vivo.
Como los días soleados irradian calor a nuestros cuerpos,
así también las nubes hacen presencia en nuestro entendimiento.
Que lo inefable no se atragante en esta contingencia.
Desabrocha toda expectativa y siente el dolor de estar en el mundo,
con naturalidad,
sin artificio alguno.