* Fotografía personal
Frío intenso,
despertar.
Todo el cuerpo se activa,
también el espíritu,
limpieza energética
de todo el sistema.
Como volver a nacer,
activa la comunicación
el aspecto social,
la alegría
el foco,
el bienestar.
Renovación profunda,
fuerza suave,
receptiva,
juguetona,
fluida.
Te parece sentir el aliento
de los elementos,
la consciencia de la misma naturaleza
que acuna el alma
con buenas vibraciones.
Parece que hay hadas escondidas,
duendes y peces,
algas
rocas,
colores,
rincones,
pozas por descubrir.
Las montañas guardan el espacio sagrado,
la soledad lleva al trabajo interno,
rodeada del viento, el sol
y el corazón del universo
encarnado en este espacio.
El río es medicina,
los antiguos lo sabían.
Los guardianes del conocimiento ancestral,
sabían del poder sanador
de la naturaleza,
y de la magia de conectar
con estas fuerzas.
El río es sabiduría
de la abuela que nunca tuve.
Es inocencia de persona mayor,
no ingenuidad infantil,
sino sabiduría de quien ríe
porque ya sabe mucho.
El río es hermana y confidente.
Sustancia.
Guerrera, madre y protectora
de la energía femenina
que se está redescubriendo,
reconociendo,
actualizando.
Este río,
enamoramiento de las aguas,
manantial,
cascadas,
libélula,
grillos y cigarras.
Duermo en tus sueños
y tú en los míos.
Eres el descubrimiento, néctar,
de este verano grandioso.