Soy la leyenda oculta de las ubres silenciadas.
Incontables historias,
deseos,
sensaciones,
que quedaron inconclusas.
Soy la fuerza de las mujeres de la tribu,
aquellas que no han tenido ni voz,
ni lugar,
ni honor,
ni patria.
Soy el útero re-sacralizado por la gracia,
la oscuridad nutricia de la diosa
que ve todo lo que ha sido,
lo que es,
lo que vendrá.
Soy la justicia de las hembras
que sufrieron las ofensas
de la inconsciencia, torpe, de las masas.
Los deseos ocultos de los ojos que miran,
proyectando contradicciones e imposibles
en el objeto anhelado.
Soy la doble moral que corroe la belleza natural,
la discordancia entre lo social y lo íntimo.
La seducción oculta salivando de reojo.
Soy la inhibición ennegrecida,
la castidad tirana,
controladora.
La visceralidad desencarnada,
la sexualidad-huracán,
apagada por moralidades mojigatas.
Soy el tetraedro de la memoria
que honra la espiral de vida.
Como un caleidoscopio,
los fractales de sueños antiguos
se superponen al dolor
del parto, la soledad, del abandono.
Soy la vergüenza destructiva,
la humillación prolongada,
el secuestro del futuro prometido,
el grito quebrándose por dentro.
El encierro del agua
de la voz,
de la inocencia.
Soy el canto de las mujeres de mi tribu,
flores invisibles,
olvidadas,
en pétalos proscritos.